hay algo en el agua
O en el aire, porque actúan de cierta manera: ¿recuerdas cuando te comías un bistec en La Llave de Madero y justo en frente dos fulanos recargados en el zaguán del caserón habilitado como centro comercial de artículos pirata te observaban sin perder detalle? Hallaste un lugar junto al ventanal porque al fondo estaba lleno, las mujeres bebían y fumaban en la barra, y pensaste que en la urbe no habría mirones. Pero los tenías cruzando la calle, como perros de carnicería. En un descuido, te roban hasta el plato. O cuando buscabas una peluquería ahí, por El Tanque, y desde la esquina se veía que dos tipos halconeaban en la banqueta: te vieron y se cruzaron la calle para abordarte. Apenas te dio tiempo de salir de ahí, pues la calle era casi una colina. La gravedad jugó a tu favor. Al parecer, los obreros no duran en el trabajo y se dedican a la delincuencia. ¿Ya te conté cuando preguntando por un cuarto atrás de El Tintero el joven que tomó la llamada dijo "Cuando esté más cerca le do...